El comercio internacional tiene su origen ante la necesidad
que tienen los países de intercambiar sus bienes con la finalidad de satisfacer
la distribución irregular de sus recursos económicos.
El auge del crecimiento del comercio mundial tiene lugar
desde mediados del siglo XV, con el descubrimiento de las Américas y el
creciente intercambio comercial entre las potencias económicas del momento y
sus colonias. Esta expansión del comercio internacional coadyuvó a la
consolidación de grandes fenómenos económicos como lo fueron la división y
mayor especialización del trabajo, la utilización de los beneficios de las
ventajas comparativas y el surgimiento de los modelos económicos formales que
regularon el intercambio comercial de la época, como lo son el Mercantilismo y
el Liberalismo, que representan los cimientos sobre los cuales se fundamentan
los sistemas proteccionistas y de libre comercio aún en la actualidad.
El Mercantilismo se desarrolló a lo largo de los siglos XVI
y XVII y mediados del siglo XVIII y se caracterizó principalmente por un fuerte
“proteccionismo” estatal en las economías nacionales, la acumulación de oro y
plata como fuentes de poder, el concepto de economía nacional a través del
incentivo a las exportaciones y restricciones a las importaciones en miras de
mantener una balanza comercial favorable y la constante búsqueda por parte de
las potencias económicas de la época de expandir sus fronteras en ultramar, a
través de la conquista y el colonialismo.
Como rasgo fundamental del Mercantilismo, el Proteccionismo
se definió como una forma de intervención estatal en la economía mediante la
adopción de medidas e introducción de acuerdos que favorecían los intereses de
determinados sectores productivos creando barreras que dificultaran las
importaciones.
En la antigüedad estas barreras eran creadas con la
finalidad de tener ingresos adicionales para enriquecer al Estado; sin embargo,
en la actualidad estas barreras se utilizan principalmente con la finalidad de
proteger la industria nacional, y reducir los desequilibrios de la balanza de
pagos.
Durante el siglo XIX luego de un período caracterizado por
un fuerte proteccionismo y el surgimiento de importantes teorías acerca de las
ventajas del libre comercio (siglo XVIII), la rebaja de las presiones
proteccionistas en cada nación de Europa, la industrialización, y el
surgimiento de las nuevas economías de América, comenzaron a replantearse los
postulados y prácticas proteccionistas de manera de hacerlas más cónsonas con
el desarrollo de los países y los dramáticos cambios en las estructuras
productivas y de poder.
Surgen así, teorías que presentan argumentos más económicos
y menos comerciales que justifican los motivos de la adopción de medidas menos
proteccionistas., no obstante, las grandes potencias mantuvieron discretamente
la protección de las industrias en crecimiento y la protección de la industria
bélica y agrícola.
El liberalismo, modelo económico basado en la premisa de que
la completa libertad de los factores económicos produciría el mayor beneficio
para cada individuo y la sociedad, se difunde formalmente en el siglo XVIII con
el aporte de Adam Smith; a través de su obra La Riqueza de las Naciones; la
valiosa contribución de David Ricardo la Teoría de la Ventaja Comparativa; y
los aportes significativos del resto de los economistas clásicos con la Teoría
de las Ventajas Competitivas.
Los principios en los que se fundamentó el liberalismo
fueron la división del trabajo, la maximización de utilidades y disminución de
costos, el mercado como un sistema natural y autorregulado y la concepción de
que fuerzas externas de mercado como el Estado producen distorsiones.
Con el liberalismo se plantearon importantes temas no considerados
por el mercantilismo con respecto al comercio internacional. Se planteó, por
mencionar algunos, que existe un alto costo en la protección y la completa
autosuficiencia, que existen leyes que regulan la asignación internacional de
recursos y que definen que bienes exportar y que importar y las condiciones de
este intercambio.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del
siglo XX las principales economías de Europa habían adoptado el sistema de
libre comercio. Fue una época en la cual la adopción de una modelo
mercantilista o de libre comercio dependía de su orientación económica,
política, y social, lo cual definió que la adopción de políticas
proteccionistas para proteger ciertos sectores, no implicaría que el país no
pudiese tener simultáneamente políticas de libre mercado.
Durante la mayor parte del siglo XX, producto de las dos
guerras mundiales y la gran depresión de los años 30′, el comercio
internacional estuvo dominado por un fuerte proteccionismo y un profundo
sentido de nacionalidad de los pueblos. Así el sistema liberal-capitalista
dominante durante el primer cuarto de siglo es reemplazado por el
proteccionismo económico con una fuerte influencia del Estado y tendencias de
carácter socialistas.
En 1946, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial y con
el objetivo de lograr una recuperación de la economía mundial, surgen
instituciones de carácter multilateral tales como la creación de Bretton Woods,
hoy día Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General
sobre Aranceles y Comercio (GATT), éste último con la finalidad de impulsar
rápidamente la liberalización y el crecimiento del comercio internacional.
El GATT realizó siete rondas de negociaciones
multilaterales, a través de las cuales se realizaron importantes logros en
materia de comercio exterior. Entre las principales podemos mencionar las
siguientes: se posibilitó el logro de concesiones políticas y económicas en
condiciones ventajosas para los países miembros, los países más pobres tuvieron
mayores posibilidades de influir, se facilitaron las reformas generales sobre
sectores políticamente sensibles, y se dio una reducción progresiva de los
aranceles.
Con la última ronda del GATT, denominada Ronda Uruguay, se
inicia una ampliación del concepto de “acceso al mercado” y de las
negociaciones comerciales correspondientes, abarcando mucho más que el concepto
tradicional de las “medidas en frontera’ (barreras arancelarias y no
arancelarias), y entrando en los ámbitos de las políticas económicas internas
de los Estados. Esta Ronda culminó con la suscripción de un conjunto de
compromisos por parte de los países miembros entre los cuales se comprendió: el
acuerdo para establecer la Organización Mundial de Comercio (OMC).
La OMC se creó el 1 de enero de 1995 y es la base jurídica e
institucional del sistema multilateral de comercio. De ella dimanan las
principales obligaciones contractuales que determinan la manera en que los
gobiernos configuran y aplican las leyes y reglamentos comerciales nacionales.
Y es también la plataforma en la que se desarrollan las relaciones comerciales
entre los distintos países mediante un ejercicio colectivo de debate,
negociación y enjuiciamiento.
Durante las últimas décadas el comercio internacional sufrió
grandes cambios estructurales producto de la revolución tecnológica, la
creciente importancia del sector de servicios dentro de la economía y el
fortalecimiento de los vínculos entre este factor y el comercio, y la
tecnología e inversión. Aunado a estos factores, se encuentra el creciente
interés de los países en desarrollo en participar en el comercio internacional
y el resurgimiento de suscribir acuerdos que integren las economías nacionales
en economías supranacionales integradas o globalizadas, con la finalidad de establecer
grandes bloques económicos a fin de lograr mejores y mayores ventajas
competitivas.
Este proceso de integración o globalización ha estado
acompañado de un resurgimiento del liberalismo mejor conocido como
neoliberalismo, a través del cual se pretende que la libre transferencia de
factores económicos entre las economías (países o regiones) sea la vía para
obtener crecimientos rápidos de las mismas y disminuir paulatinamente las
grandes brechas existentes entre los países en desarrollo y los países industrializados.
En síntesis, el comercio internacional ha evolucionado a
través de los tiempos, y con ello las nuevas formas de hacer negocios
internacionales. Los constantes cambios socio-económicos y políticos indican
que ninguna economía está fuera de este proceso evolutivo del comercio. Sin
embargo, su participación debe mantener un adecuado equilibrio entre las
políticas proteccionistas y liberales de manera que los participantes alcancen
los mayores beneficios del intercambio comercial.
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